Nada que ver con el fernet, pero sí con el mejor cine italiano de los 60 y los 70: L’Armata Brancaleone (1966) y Brancaleone alle Crociate (1970), dirigidas por Mario Monicelli y protagonizadas por Vittorio Gassman.1. Los protagonistas no son reyes y princesas sino pobres diablos; el propio Brancaleone está en lo más bajo de la escala caballeril;
2. Hay pocos castillos y palacios, y mucho polvo, fango y
–literalmente– mierda; la Edad Media fue una época hedionda, y la película lo refleja bien;
3. Las buenas intenciones y el sentido del honor de Brancaleone contrastan nítidamente con la
insaciable ambición y total falta de escrúpulos de quienes lo rodean;
4. Lejos de ser castas y puras, las princesas que aparecen en la historia son seres sedientos de sexo que se entregan al primer hombre fornido que encuentran;
5. La ignorancia es un bien para nada escaso, la mayoría de los personajes son analfabetos y/o fanáticos religiosos dispuestos a creer que la causa efectiva de cada acontecimiento es simplemente que “Dio lo vuole”…
Por si eso fuera poco, la segunda parte –que relata el viaje de Brancaleone a Tierra Santa para conquistar el Santo Sepulcro– también es muy buena. Mantiene todos los puntos altos del film original, y le agrega algunas escenas memorables, como la confesión del pecado más terrible del mundo y la decisiva mediación de Brancaleone en el enfrentamiento entre el Papa Gregorio y el Anti-Papa Clemente.
2. Dentro de lo posible, en el vestuario y en los decorados se incluyeron toques surrealistas (visibles en las formas, los colores, etc; por ejemplo, el caballo de Brancaleone es ¡amarillo!), que junto con lo cómico/bizarro de la violencia desplegada en pantalla, por momentos hacen pensar en una Naranja mecánica medieval. Estas fantasías visuales son visibles ya desde los títulos, que dejo de yapa:
Maq
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