14 de septiembre de 2007

A Clockwork Orange

“There was me, that is Alex, and my three droogs, that is Pete, Georgie, and Dim, and we sat in the Korova Milkbar trying to make up our rassoodocks what to do with the evening. The Korova milkbar sold milk-plus, milk plus vellocet or synthemesc or drencrom, which is what we were drinking. This would sharpen you up and make you ready for a bit of the old ultra-violence.”

A Clockwork Orange (1971) La Naranja Mecánica relata las aventuras de Alex DeLarge, el anti-héroe de turno, un ferviente amante de Beethoven que dedica sus noches a drograse, violar mujeres, patear ancianos y vagabundos, y desatar furiosas grescas contra otros clanes (un poco de sana ultra-violencia, diría el). Se nos presenta a este personaje en la cumbre de su infamía, disfrutando plenamente de su perversidad como un niño disfruta de sus travesuras, sin tener plena conciencia de lo que ellas representan bajo otros órdenes.

La película da un vuelco inesperado. Se plantea la posibilidad de salvar a un monstruo como Alex, mediante la represión de sus impulsos delictivos a través de la incorporación de un reflejo pavloviano. Lo interesante, y donde radica la verdadera escencia de La Naranja Mecánica, es la discusión que subyace a esta técnica, puesto que, al condicionar a un delincuente, se terminan por violar sus mismísimos derechos. Burgess se encarga de presentarlo maravillosamente puesto que, si bien el condicionamiento a la ultra-violencia podría ser aprobado socialmente, un efecto colateral de la técnica (apropiadamente conocida como la Ludovico Technique) elimina el último resquicio visible de sensibilidad en Alex, su pasión por Beethoven.

La Naranja Mecánica es una de esas pocas películas capaces de alterar nuestra percepción del mundo, afectándonos sobremanera y sacudiendo nuestras conciencias. Es imposible permanecer indiferente ante ella. Ya sea que nos horrorice completamente, la encontremos extraordinariamente divertida, o ambas cosas a la vez, termina volviéndose parte de nuestras vidas. Repleta de escenas y detalles memorables, los personajes, las situaciones límite, la genialidad de Kubric, la descollante actuación de McDowell, la música y hasta el propio lenguaje (el nadsat, una suerte de dialecto con influencia rusa creado por Burgess) no dejan de sorprendernos.

Sumamente violenta, sumamente controvertida, sumamente perturbadora, sumamente conmovedora... Sencillamente, una obra de arte.


Título: A Clockwork Orange / Año: 1971 / Director: Stanley Kubric (basado en la novela de Anthony Burgess)

-Gustavo DeLarge (just singing in the rain)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por esta reseña, no podía faltar Orange!!

Anónimo dijo...

Jaja, nombró dos de las películas que están en mi top ten. Fantásticas.